Llegó de repente, o quizás fui yo quien lo hizo casualidad (me gusta creerlo, así parece magia) Lo conocí una noche ondeante y cálida, recuerdo luces por todas partes. La primera palabra que me dijo fue ‘no’, supongo que la última también.
Nos gustaba estaba estar a oscuras, el café (a él la cerveza), nos enredábamos en el hueco que había entre sus sábanas y el cielo. A mí me gustaba su pelo, él odiaba mis pies fríos. No sé cómo sucedió todo. Cuando llegó el frío a él se lo llevo la blanca Caillech. En cuanto a mí…
No hay comentarios:
Publicar un comentario